Entrevista con el director de orquesta Milen Nachev
"LO QUE SEA QUE ESTé DIRIGIENDO EN EL MOMENTO ES MI MúSICA FAVORITA", DICE EL DIRECTOR DE LA ORQUESTA SINFóNICA SHEN YUN
La larga trayectoria del director de orquesta Milen Nachev lo ha llevado de tomar lecciones de piano en su casa de Bulgaria a ser discípulo de los más prestigiosos maestros en Rusia, luego a Estados Unidos y al Carnegie Hall. Y es aquí en Nueva York, con la Orquesta Sinfónica Shen Yun, que ha encontrado un nuevo hogar, una nueva satisfacción e incluso un destino.
Semanas antes de comenzar la gira de la Orquesta Sinfónica Shen Yun por 11 ciudades, incluyendo un regreso al Kennedy Center y al Carnegie Hall, nos sentamos con el director de orquesta para hacerle su entrevista más profunda hasta la fecha.
-Sr. Nachev, ¿podría contarnos sobre su primer contacto con la música?
MN: Recuerdo este momento: cuando mi abuela me llevó a mi primera lección de piano. Y creo que este primer contacto con la música cambió completamente mi vida, para siempre. Yo tenía tan solo cinco años y estaba muy enamorado de mi profesora de piano. Ella me dio mucha confianza. Así que un año después ya tocaba un álbum para niños de Béla Bartók y ella me envió a una competencia nacional de piano, la cual gané en mi categoría. Y ese mismo año fue mi primera presentación ante el público como pianista. Por supuesto, fue frente a mi familia y amigos, pero era un público real, y la intensidad de la presentación fue la misma.
-¿Cuándo decidió seguir la carrera musical?
MN: Unos años después, cuando tenía nueve años de edad, descubrí un placer increíble al dirigir la Sinfonía N° 4 de Brahms –estaba dirigiendo uno de esos discos negros de vinilo. La dirigí de memoria, ya que nunca había visto la partitura, pero el contacto físico entre la música y los gestos era algo extremadamente inspirador para mí.
En la escuela de música aprendí piano y dirección de coros. Y tuve mucha suerte para tener a los mejores maestros de la época, maestros que no solo me enseñaron música, sino que también eran ejemplos de vida, como músicos y como personas. Uno de ellos, el profesor Vasil Arnaudov, probablemente uno de los directores de orquesta más famosos de Bulgaria, fue la principal razón por la que luego seguí estudiando en el Conservatorio de San Petersburgo, porque él hizo todo lo que pudo para promoverme y enviarme allí.
Allí tuve la oportunidad de estudiar con un hombre increíble, el profesor Ilya Musin, un profesor que educó a Yuri Temirkanov, Valery Gergiev y muchos, muchos directores de orquesta famosos. Era un maestro que no solo enseñaba la técnica y a desarrollar sentimientos naturales sobre cómo comunicarse con la orquesta mediante gestos, sino que también era capaz de enseñar muchas cosas relacionadas con la profesión de director de orquesta, con desarrollar una personalidad completa y un músico completo, tanto de manera teórica como práctica. Cada día nos daba lecciones sobre la forma en que debíamos comunicarnos con la orquesta, cómo deberíamos ensayar con la orquesta, cómo mejorar la orquesta en un periodo breve y cómo hacerlos creer en sus propias capacidades. Él no solo fue mi maestro de dirección de orquesta, fue como mi segundo padre.
- Con esta educación y estas experiencias, seguidas de décadas de trayectoria dirigiendo a diferentes orquestas, ¿qué cree que hace a un director de orquesta excelente?
MN: Lidiar con la complejidad. No solo tienes que estar extremadamente bien preparado musical y teóricamente, sino que también tienes que estar muy, pero muy bien preparado en la historia de la música y en el conocimiento sobre la capacidad de cada instrumento de la orquesta. Pero lo más importante es que tienes que ser un psicólogo. Nosotros no trabajamos con instrumentos, trabajamos con personas que tocan instrumentos. Cuando entiendes este punto principal, toda la actitud cambia y lo único que deseas es que esas personas sentadas frente a ti, te aprecien, y poder ver en sus ojos que tu comportamiento en el podio es una fuente de inspiración para ellos, que los hace querer dar lo mejor de sí en el escenario. Esa es la mayor satisfacción que puede recibir un director de orquesta. Y al trabajar con la orquesta de Shen Yun tengo increíbles momentos así. Puedo ver la inspiración. Puedo sentir que existe en el aire a nuestro alrededor.
- Los músicos de Shen Yun practican la meditación de Falun Dafa y siguen las enseñanzas espirituales de la práctica en sus vidas diarias. ¿Cómo se relaciona esto con la música que ustedes crean y tocan?
MN: Estar en un ambiente de cultivación espiritual ayuda muchísimo. Literalmente vivimos juntos, estudiamos juntos, nos mejoramos juntos, meditamos juntos; y esto crea energía positiva a todo nuestro alrededor. No tengo dudas de que esta energía positiva ayuda muchísimo cuando vamos al escenario.
- Al leer las opiniones del público, pareciera que los espectadores suelen hacer comentarios sobre la energía de la música, lo cual es poco común.
MN: Hay un dicho: “La música comienza donde las palabras terminan”. Si tuviera que comparar a nuestra orquesta de Shen Yun con otras orquestas, diría que en Shen Yun no solo hacemos música, tocando notas y tonos. Vamos bien profundo dentro del significado de la música, incluso más allá del lado emocional –muchas orquestas van al lado emocional, pero nosotros vamos más allá– para ilustrar el significado más profundo. Es como un código secreto dentro del texto musical que sacamos para el público. No es necesario que ellos entiendan el código secreto, pero el efecto y la resonancia están.
Y así, en muchos comentarios de nuestros espectáculos, vemos gente del público decir que lloraron pero no saben por qué. O dicen que se sienten inspirados, pero no saben por qué. Diría que esto se debe en gran parte a la idea de que mediante la meditación, el perfeccionamiento personal y el mejoramiento personal, somos capaces de comunicarnos con el público no solo a través de la superficie de la música sino también a un nivel más profundo del significado interno.
- Usted trabaja con músicos de todo el mundo. ¿Qué los une a todos?
MN: Tenemos músicos de Australia, Asia, Europa, América –y todos son, por supuesto, instrumentistas de la mejor calidad y profesionales del máximo nivel. Es realmente interesante trabajar con personas de países que tienen enormes tradiciones musicales como Alemania, Italia o España, pero el poder de la música y el ambiente espiritual nos unen y nos hacen aunar esfuerzos.
Aquí los músicos trabajan mejor juntos que en cualquier otra orquesta que yo haya visto, definitivamente. La razón principal es que nos damos cuenta de que hay un significado profundo detrás de lo que hacemos.
Realmente me siento muy orgulloso de participar en Shen Yun. Para mí, personalmente, las ideas de Falun Dafa concuerdan con mi punto de vista sobre la vida y mis opiniones como ser humano y como artista. Y artísticamente, también, la razón por la que estoy orgulloso es que, de cierta manera, lo que estamos haciendo al revivir la cultura tradicional china –y esto incluye la música– es casi como una respuesta a la Revolución Cultural de la década de 1960 en China. En ese entonces, no solo la cultura tradicional china fue destruida casi por completo, sino que también muchos de mis artistas clásicos occidentales favoritos fueron destruidos –compositores, poetas, novelistas, pintores– literalmente, sus obras fueron destruidas. Yo digo que fue un crimen contra la humanidad. El legado artístico de varios siglos de todo el mundo fue destruido en unos pocos años.
- Con su educación es la tradición occidental clásica y su trasfondo de Europa del Este, ¿qué le parece interpretar los temas chinos de Shen Yun?
MN: Antes que nada, sabemos que la música es un lenguaje internacional. Y segundo, es una cuestión al interpretar todo tipo de música. He tenido que desarrollar mi intuición musical durante muchos, muchos años trabajando con estilos diferentes, con obras diferentes de compositores diferentes de países diferentes que vivieron en siglos diferentes. Todo eso desarrolló mi intuición musical.
También intento familiarizarme con el lado folklórico de la música china para entender mejor la capacidad y el potencial de instrumentos chinos como el erhu, la pipa, el suona, etc. Y con este lenguaje universal, una vez abierta la puerta de tu conciencia, puedes encontrar fácilmente el tempo correcto, la articulación correcta y el fraseo correcto. Por supuesto, tengo amigos y colegas trabajando conmigo –tenemos muchas conversaciones con compositores y coreógrafos– así que al mismo tiempo que intento ofrecerles mi conocimiento, estoy aprendiendo de ellos. Es un proceso de ida y vuelta.
- ¿Podría darnos un ejemplo de cómo funciona eso?
MN: Hace dos días ensayamos una obra para tres erhu acompañados por la orquesta sinfónica. Durante el proceso, sin palabras, tan solo mirando a los ojos de las tres solistas, yo ya sabía qué necesitaban –qué clase de tempo necesitaban, qué tipo de apoyo necesitaban, cómo podríamos desarrollar juntos el fraseo– y mi sensación era que ellas también lo entendieron implícitamente. Cuando quise comenzar el fraseo en un cierto punto y llevarlo al punto de llegada, ellas estuvieron completamente conmigo, sin mediar ni una sola palabra entre nosotros.
- ¿Entonces es una comunicación que trasciende el lenguaje?
MN: Absolutamente. Un nivel diferente de comunicación.
- ¿Y qué momentos gratificantes provoca eso?
MN: Hay muchos momentos que puedo llamar gratificantes. Uno de ellos es lo que acabo de contar, el momento de comprensión total y mutua entre la orquesta y yo. El intercambio espiritual y la comunicación entre nosotros es algo trascendental, más allá de las palabras. El aprecio que veo en los ojos de los compositores después de tocar su obra es otro momento gratificante. Pero lo que más me hace sentir afortunado y agradecido es que el destino me haya dado la oportunidad de trabajar con una orquesta multinacional y de tener la oportunidad de compartir con ellos mi punto de vista.
- ¿Qué opina de este sentido de destino?
MN: Pienso que es esa sensación de encontrar tu propio lugar, cuando te sientes cómodo y valorado. Esa es mi sensación: que encontré mi lugar. Incluso al mirar atrás –por supuesto tuve la oportunidad de quedarme en Europa y dirigir una de las orquestas europeas, eso no era un problema– pero quise probarme en una situación completamente diferente. Cuando llegué a Estados Unidos no muchas personas sabían sobre mí, sobre mis grabaciones o mi experiencia previa. Así que tuve que empezar desde cero y esperar muchos años para obtener esta oportunidad. Y cuando me di cuenta de que esto no es solo un desarrollo profesional, sino que está en profunda armonía con mi alma y lo que siento respecto al mundo, dije: “Vaya, encontraste tu lugar. Ahora lo único que queda por hacer es hacer tu trabajo lo mejor posible”.
-¿Hay alguna obra en particular que prefiere interpretar en la próxima gira de conciertos?
MN: Para mí, cada una de las obras en el programa está asociada a diferentes tipos de memorias, porque interpretamos casi todas esas composiciones con nuestra compañía de danza en las giras mundiales. Cada obra está particularmente cerca de mi corazón –y no solo porque la última temporada dirigí la orquesta en más de 115 presentaciones. La gente me pregunta: “¿cuál es tu música favorita?” Lo que sea que esté dirigiendo en ese momento es mi música favorita. La música que dirigiré el año que viene será mi favorita en ese entonces. Así que se trata de un tipo de relación muy especial.
-La obra de Tchaikovsky del concierto de este año –Marche Solennelle– tiene una historia interesante. ¿Podría contarnos un poco?
MN: Hay una historia sobre cómo Tchaikovsky cambió el nombre de la obra de Marcha de la Coronación a Marcha Solemne. En realidad, hay otros compositores famosos que cambiaron el nombre de una obra. Beethoven lo hizo con su Sinfonía Eroica, cuando creó la Sinfonía N° 3. En la esquina superior derecha escribió “Para Napoleón”. Pero después de que Napoleón se declaró emperador, Beethoven borró su nombre y escribió el nombre Eroica en su lugar.
Con Tchaikovsky, su obra primero se llamó “Marcha de la coronación”. La había compuesto para la coronación del Zar Alejandro III y su esposa, una princesa de Dinamarca. Y por esta razón Tchaikovsky incluyó magistralmente fragmentos del himno nacional ruso, “Dios salve al zar” y algunos motivos del himno nacional danés. Cuando Tchaikovsky dirigió esta obra en la gran inauguración del Carnegie Hall en 1891, los críticos estuvieron más interesados en el hecho de que le había cambiado el nombre a la obra, pero en realidad lo más interesante es la manera en que está compuesta y la manera en que su grandeza demuestra lo monumental que es.
- Cuando la gente venga a ver a la Orquesta Sinfónica Shen Yun, ¿qué cree que los impactará más sobre la música?
MN: Honestamente pienso que se sorprenderán con el sonido que viene del escenario. El sonido será extremadamente único debido a la combinación de instrumentos occidentales y orientales. Estamos trabajando muy duro para lograr el mejor ensamble posible, realmente estamos haciendo un trabajo muy difícil, pero nuestro deseo es ser conocidos por nuestro ensamble. También, estamos trabajando mucho en el equilibrio entre los diferentes grupos de instrumentos. Siempre queremos que la melodía sea bien transparente. Al mismo tiempo, queremos que cada detalle de la partitura sea tan claro y articulado que provoquemos un espectro de colores diferente detrás de la melodía. Así que estamos trabajando en muchas dimensiones. Si echas un vistazo a la partitura del director de orquesta, no solo verticalmente –como la armonía, el balance, la orquestación– sino también horizontalmente, estamos usando cada método posible para hacer que la música sea más impactante, para crear un impacto verdaderamente importante en nuestro público. Queremos darle a los espectadores no solo un placer emocional, sino la experiencia de descubrir un mundo completamente diferente detrás de la música.