Recuerdos de la gira: Sin aliento en las montañas
Luego de cerrarse el telón en nuestro último show en Buffalo, todos gritamos de alegría. Habíamos terminado otra gira más. Ahora tengo tiempo para mirar atrás y recordar los mejores momentos al viajar hacia arriba, abajo y por todo Estados Unidos. Un recuerdo destacado es una tarde sin aliento en Colorado.
Un largo viaje nos llevó directamente desde St. Luis a Denver. Entre actuación y actuación, hicimos una excursión a las montañas para ver el paisaje. Después de estacionar, teníamos que escalar a pie para alcanzar nuestro destino. No hay problema. Siendo bailarines, hacemos mucho ejercicio. Esto era pan comido.
Pero hay algo curioso con Colorado. La zona que visitamos era parte de las “Montañas Rocosas”, alrededor de una milla (o más de 5000 pies, o 1600 mts.) sobre el nivel del mar. Mi compañera Rachael notó la correlación negativa entre los niveles de oxígeno y la altura. En parte era mental, pero cada paso que daba parecía que iba a dejarme. Sin. Aire.
Uffff.
Finalmente llegamos a nuestro destino.
A simple vista, son sólo piedras gigantescas que rodean un escenario al aire libre. Pero en algún momento de la historia, alguien se debe haber detenido allí y comenzado a cantar, porque este alguien descubrió su excelente acústica.
Piensen en los antiguos teatros de Grecia al aire libre, donde las voces de los actores sin micrófonos llegaban a un público de miles de personas. Esto es lo mismo –solo que creado por el genio de la naturaleza– por lo que sólo hubo que agregar los asientos y el escenario para completar la escena.
Durante el verano regularmente se hacen conciertos en el anfiteatro. Como fuimos a fines de febrero, solo había unos pocos turistas. Eso no impidió que nuestros cantantes se turnaran en el soleado escenario. Nosotros los alentábamos. No es poca hazaña subir una montaña y luego cantar a todo pulmón. De hecho, recuerdo haber oído que uno de nuestros cantantes solía entrenar así cuando vivía en China.
Más tarde me enteré que nuestro conductor había estacionado el autobús en un lugar superior, para poder estar más cerca del anfiteatro. Técnicamente más cerca, mejor dicho. Ahora definitivamente debíamos subir hasta los asientos más altos antes de llegar al autobús.
para bailarines profesionales.
Miré las escaleras. Ellas me miraron. Tenían incrustada una gruesa capa de hielo.
Miré los asientos del público. Filas y filas de bancos de madera se extendían hacia arriba hasta donde yo podía ver. Traté de contar las filas: una, dos, tres... veinticuatro, veinticinco, veintiséis... treinta y siete, treinta y ocho... y sigue y sigue y sigue.
Respirando hondo, comencé a subir los bancos con mis botas. De costado, eso sí, porque debajo de la campera tenía una falda. El viento aumentaba mientras yo subía, sus aullidos y gritos llenaban mis oídos como una fuerza determinada. Coloqué las manos sobre mis oídos en señal de protesta. Realmente las sopranos de la Madre Naturaleza necesitaban practicar más.
Estaba a medio camino, (¡muy orgullosa de ello, también!) cuando vi que todos habían tomado los lindos y normales escalones sin hielo que estaban del lado opuesto del teatro.
Oh. Esa podría haber sido otra opción.
Bueno, ¿qué sería de la vida sin tomar de vez en cuando los escalones menos transitados? Al final, no hubo ninguna diferencia, todos llegamos a la cima igual de fatigados e hicimos una pausa para disfrutar del paisaje de piedra, nieve y cielo antes de que el vendaval nos hiciera apurarnos para volver al autobús.
Viento, lo sentimos pero no hay bises para ti.
Jade Zhan
Bailarina de la Compañía de Gira de Shen Yun
27 de julio de 2012