El mayor banquete imperial
¡Aquí en Estados Unidos estamos en época de Día de Acción de Gracias! Estoy penando en pavo asado, salsa de arándanos, un cremoso pastel de calabaza y… ¿una garra de oso y un pepino de mar?
Ah, no, ese es otro banquete. En un rato te cuento.
Dando las gracias
El Día de Acción de Gracias conmemora la primera celebración de cosecha que realizaron los Peregrinos en el Nuevo Mundo. Después de atravesar algunos tiempos difíciles, buscaban una nueva vida con libertad religiosa, independencia y amistad con los nativos. Por eso organizaron una grandiosa fiesta y agradecieron a Dios por su benevolente protección.
Hoy en día, el Día de Acción de Gracias significa la mayor comida del año. Pero para los chinos, hay otro banquete histórico que evoca el máximo festín posible.
Un banquete de proporciones imperiales
Durante la Dinastía Qing (1644-1911), los manchúes del norte regían sobre China. Entonces, al principio, los manchúes y los chinos de la etnia Han no eran precisamente amigos. Pero el gran emperador Kangxi se dio cuenta de que para poder consolidar el poder de su dinastía, tenía que unirlos a todos.
Es así que para su cumpleaños número 66 (casi 100 años después del primer Día de Acción de Gracias de Plymouth), el emperador realizó el primer Banquete Imperial Manchú-Han. Fue una ceremonia que duró tres días y tuvo seis banquetes con lo mejor de lo mejor.
En esa época, China era un vasto imperio que incluía muchos grupos étnicos y Estados tributarios. Este Banquete Imperial Manchú-Han contó con las mejores recetas y delicias de cada región. Hubo que ir a buscar muchos ingredientes exóticos a bosques profundos, altas montañas y mares distantes. Luego, en la cocina imperial, los cocineros del palacio se pusieron a asar, freír, saltear, hervir, hervir al vapor, hornear, guisar y estofar para que los invitados del banquete pudieran probar más de 300 platos exquisitos.
¿Cuál fue el menú?
Entonces, ¿qué te imaginas que sirvieron en este espléndido banquete? Para darte una idea:
Pastel de huevo, salmón asado, lomo con salsa de ostras, lechones enteros, joroba de camello hervida al vapor con fauces de pescado, lengua de carpa con garra de oso, sopa de nido de ave, huevas de camarones y sopa de mejillón, estofado de aleta de tiburón y cangrejo, fideos barba de dragón, sopa espesa de semillas de loto, brochetas de langostinos, hongos shiitake con nueces de pino, codornices, urracas, faisanes, perdices, gansos, gallinas de Guinea, pavos reales, cisnes, grullas, caracolas salteadas, orejas de mar con flores de olivo fragante, jabalí, tendón de ciervo con hongo blanco, calamar y pato envueltos, coral, raíz de loto, musgo comestible, brotes de bambú, pepino de mar…
Si varios de esos platos te suenan muy extraños para tu paladar, es bueno que sepas que el plato principal en el primer Día de Acción de Gracias no fue pavo. La mesa de los Peregrinos estuvo llena de carne de venado, aves silvestres, moluscos y anguila.
En el gran Banquete Manchú-Han, también se sirvió una gran variedad de frutas, pasteles y bocadillos. Entre estos también hubo un gran despliegue para todos los gustos.
Imagínate granadas, nísperos, lichis, mamones chinos, melocotones, ginkgo, bayas, quinotos, melones, ciruelas, caña de azúcar, castañas de agua, anacardos, almendras y nueces tanto frescos, secos como azucarados; caquis en almíbar, hierbas y algas en vinagre, rollos mochi con pasta de sésamo, panqueques rellenos, todo tipo de dumplings sabrosos y dulces, bollos de capullos de ciruelo, jalea de espino, natilla de crema de piña, tomates con miel, sopa espesa de hoja de loto, pudín de jujube, todo acompañado de los mejores tés regionales…
¡Y eso era sólo una muestra!
Los invitados del emperador eran oficiales de alto rango de la corte manchú y Han; también había príncipes de Estados tributarios y diplomáticos extranjeros. Estos VIPs tuvieron el honor de cenar en los espléndidos salones del palacio de la Ciudad Prohibida.
Durante la comida, la mesa fue renovada cuatro veces, alternando entre la gastronomía manchú y la Han. Se adornaron las fuentes para que parecieran animales (patos, pollos, peces y cerdos) y así mantener la comida caliente. Estos dignatarios cenaron con vajilla de bronce, plata y porcelana, y disfrutaron de música interpretada por músicos magistrales. Y cuando todos estaban llenos hasta la faringe, recibieron lujosos obsequios de despedida.
El poder de la comida
Entonces, después de tan exquisito festín, ¿tuvieron éxito los planes del emperador? Digamos que el Banquete Imperial Manchú-Han se convirtió en una tradición y el emperador Kangxi pasó a ser uno de los emperadores más respetados y con uno de los reinados más largos de China. (Bueno, esto lo logró no sólo comiendo… pero la comida sigue siendo una gran excusa para reunir a la gente).
Bueno, no veo la hora de que llegue el jueves. Los dulces de la Dinastía Qing suenan bien, pero la garra de oso mejor la paso. Este Día de Acción de Gracias me quedo con algo de pastel y relleno.
Betty Wang
Colaboradora
22 de noviembre de 2015